Las motivaciones e inquietudes, intereses y búsquedas a
nivel filosófico, histórico-social, político-ideológico o lingüísticos y estéticos
de los autores de textos tanto literarios como científicos, si con claramente
expresados producen no solo el disfrute de la lectura, de acto de leer (recreativo, educacional, formativo, etc.), sino
de la formación de públicos lectores, que con el tiempo, la constancia, así
como la diversidad y frecuencia de sus lecturas, logran percibir a través de
publicaciones periódicas, libros y textos, algunos de los cuales hoy también se
encuentran disponibles en la red de Internet.
La relación texto-contexto
personal no solo se da a nivel de la escritura, es decir, de parte de los autores – que de algún modo
interpretan y expresan un tiempo histórico, dan voz a una comunidad o toda una
sociedad, y ocupan un espacio geográfico o virtual determinado a través de un
lenguaje específico – sino también de la lectura, es decir, de quienes la
ejercen, pues quizá la lectura de un texto no adquiera el mismo significado e interés
de algún país o ciudad, que en otros, ni significa lo mismo para un grupo de
lectores, que para otro, e incluso
dentro de las comunidades de lectores, habrá diferencias individuales en la percepción
y/o aprendizaje, diferencias que permiten la múltiple interpretación de una
obra literaria o un tratado de ciencia sociales.
Es necesario tomar en cuenta para toda obra, en toda su
amplitud, los aspectos subjetivos,
es decir, definidos por los autores a partir de su capacidad creativa: ideas filosóficas,
sociales, culturales, económicas, es decir, el pensamiento literario vertidas
en un texto, etc.; sino también se debe considerar los aspectos objetivos de la producción editorial, es decir: aparte del
lenguaje deben analizarse las formas (como se expresa, con que palabras, técnicas,
tropos o figuras retóricas, etc.).
Un análisis completo, sin embargo, debe contener, además de
lo ya descrito, los aspectos que a continuación se enumeran y definen la
calidad editorial, que facilita al lector la comprensión de un texto, además de
ser elementos fundamentales para la finalización creativa de la obra – en el
entendido de que una obra nunca está determinada sino hasta que se publica y está
al alcance de un público lector – perceptor.
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