Según varios pensadores del siglo XIX y siglo XX, la
tendencia del aumentar de la entropía podía leerse como una profecía cósmica.
En 1853 William Thomson mejor conocido como lord Kelvin
había concluido que, dado que toda actividad en la naturaleza significa
transformación en energía y que una parte de ella siempre se disipa en forma de
calor un aprovechable, se podría afirmar que el universo había entrado en un
estado de equilibrio térmico, que impediría de en el futuro cualquier
posibilidad de vida.
En 1910, el historiador estadounidense Henry Adams, expuso
ante sus colegas una teoría de la historia universal basada en la 2ª ley de la termodinámica
Adams, aseguraba que el desorden y la decadencia que se veía en las sociedades
modernas eran energía, previsto por la segunda ley de la termodinámica cuya
fatal irreversibilidad era llamado por los físicos del siglo XX como la “muerte
térmica del universo”.
Para muchos pensadores sociales del siglo XX confiados en el
progreso continuo de la humanidad, la primera ley de la termodinámica
representa no sólo el funcionamiento del universo y la sociedad, sino el
descubrimiento de que diferentes fenómenos de la naturaleza como el calor, luz,
electricidad y magnetismo son manifestaciones de una misma energía universal
constante, la cual al transformarse continuamente supone un fenómeno análogo al
de las transformaciones ocurridas en la sociedad que la llevan al progreso.
Según los sociólogos el desarrollo del universo y la
sociedad se encuentran articulados por una misma ley natural que descarta
explicaciones sobre naturales de orden metafísico o teológico.
En medio de un amplio debate público entre sí en sido
religión que tenía como fondo la búsqueda de diversas posibilidades reformistas
las cuales abarcaban el estado, las instituciones y la sociedad, la
conservación de la energía al igual que la teoría de la evolución, representó
el mejor argumento para promover una visión naturalista del universo. Y para
cuestionar valores tradicionales y reaccionarios de la sociedad del siglo XIX.
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