Los instrumentos económicos complementan a los recursos
regulatorios en la generación de nuevas conductas positivas entre quienes realizan
intervenciones en la naturaleza. Unos estimulan prácticas productivas
ambientalmente sostenibles o acciones que favorecen la conservación de la
naturaleza; otros en cambio, desincentivan la destrucción, la contaminación y la
sobreexplotación de los recursos naturales. Recientemente estos incentivos se han
estado aplicando en muchos países y se pueden ver resultados positivos.
Entre los instrumentos podemos citar el pago de servicios
ambientales, las tarifas de agua y el pago de derechos por descarga de aguas
residuales:
• Pago por servicios ambientales. Se trata de
estímulos económicos otorgados a los dueños de la tierra para evitar el cambio
de uso de suelo y garantizar la conservación de los ecosistemas naturales. Está
el pago por servicios hidrológicos, el cual está enfocado a conservar la
cobertura vegetal de cuencas y ecosistemas que favorecen el ciclo hidrológico;
también está el pago por captura de carbono, el cual pretende estimular la
recuperación de ecosistemas naturales con la finalidad de preservar su
cobertura forestal contribuyendo a mitigar el cambio climático; otro aspecto es
el pago por protección de la biodiversidad que se otorga a dueños de los
terrenos con ecosistemas naturales que albergan una gran biodiversidad y corren
el riesgo de ser deforestados.
• Tarifas de agua. Se llaman así a los
instrumentos económicos que pretenden desincentivar el consumo excesivo e
ineficiente del líquido vital. Este instrumento se basa en la idea de que el
consumidor que paga por el agua la cuidará sin derrocharla, es decir, sólo
utilizará la necesaria - ya sea para sus necesidades personales o para realizar
actividades productividad – porque esto le representará un ahorro económico.
Por
supuesto, en el caso de los pagos por servicios ambientales se debe optar por
una justicia distributiva entre los propietarios de los terrenos a destinar a
la conservación.