Cuba
Cuba fue una
colonia española hasta finales del siglo XIX, momento en que pasó al dominio de
EE.UU. Durante toda la primera mitad del siglo XX Cuba dependía económicamente
de su comercio del azúcar con EE.UU. En 1952 subió al poder, gracias a un golpe
de Estado, Fulgencio Batista, quien prometía ejercer mano dura y un gobierno de
corte militar. En protesta, miembros de los movimientos de resistencia atacaron
el cuartel Moncada en 1953, siendo uno de los líderes de ese asalto Fidel
Castro. Fracasaron en su intento y muchos resultaron muertos o apresados, entre
ellos el propio Castro. Tras la amnistía general declarada por Batista en 1955,
Castro viajó a México, donde organizó un pequeño grupo de combatientes
revolucionarios, entre ellos su Hermano Raúl y Ernesto “Che” Guevara, con los
que regresaría a Cuba en 1956. Unos tres años después, contra todo pronóstico,
el ejército revolucionario entró triunfante a la Habana, el 8 de enero de 1959.
Cuba estableció relaciones diplomáticas con la URRS y se convirtió en un estado
socialista.
Nicaragua
En Nicaragua
también hubo una revolución socialista durante la segunda mitad del siglo XX.
Al igual que México y Cuba, Nicaragua fue parte del imperio español hasta
inicios del siglo XIX. Después de su independencia, lograda en 1821, Nicaragua
vivió diferentes procesos políticos, como la anexión a México durante el
gobierno de Iturbide, el intento de una coalición centroamericana y la
intervención estadounidense. El gobierno dictatorial de la familia Somoza, una de las más poderosas de Nicaragua, entró en
crisis en la década de los años 70.
La oposición del Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), creado en 1962, al gobierno de los
Somoza se convirtió en un conflicto con alta intervención nacional; donde el
bloque socialista apoyaba al FSLN y el capitalista a Anastasio Somoza Debayle.
Con la derrota del dictador, el bloque capitalista brindó su apoyo a la “contra” (o contrarrevolucionarios, grupos
armados y entrenados por EE.UU para derrocar al gobierno socialista del FSLN).
Los norteamericanos tenían que el éxito nicaragüense inspirara o apoyará a
otros movimientos revolucionarios de Latinoamérica, como sucedió con Cuba, en
particular a los de El Salvador y Guatemala.
Los nicaragüenses han encontrado que la lucha entre los
“contras” y los ejércitos de FSLN se llevó a cabo con múltiples violaciones de
derechos humanos, en particular contra la población indígena y campesina del
país. En la actualidad el FSLN ha logrado cambiar a una fuerza política
democrática y ha abandonado su aspecto militar.