Un hecho tiende a convertirse
en u acontecimiento histórico cuando resulta singular y trascendente,
dependiendo del contexto y espacio temporal en que haya tenido lugar. También
se vuelven relevantes tanto en el contexto cultural como el social en que se
registre, para considerarlo estrictamente histórico, ya que promueve cambios
significativos, o marca alguna diferencia radical atendiendo a todas las
facetas de su contexto.
Tal es el caso de las
elecciones federales para presidente y senadores, ocurridos en el año 200 en México,
de las cuales se siguen experimentando los efectos, sobre todo por la necesidad
de búsqueda de los ciudadanos de una diversidad política y la construcción de
una democracia verdadera, que ofrezca opciones reales para avanzar como país, todavía
están en pleno desarrollo.
Son factores culturales y
sociales característicos de un “México moderno” que no se deben dejar de lado,
cuando se presenta la oportunidad de analizar un acontecimiento ocurrido hace
poco tiempo. Mucha gente ha sido participe de este “proceso de cabio” iniciado
en el 2000. Nuestra responsabilidad como estudiantes, como individuos sociales
activos, es tomar parte del proceso de transición política, asumiendo la tarea
de analizar el acontecimiento a través de las fuentes disponibles.
En todos los casos, los
acontecimientos históricos tienen un impacto inmediato en el contexto
espacio-temporal en el que ocurren. A veces, sus repercusiones son de larga duración,
porque inician un proceso que puede persistir por largos periodos de tiempo e
incluso extenderse a otros espacios. Su trascendencia y efecto, condiciones
necesarias para calificarlos como históricos, casi siempre parecen tener un impacto
más allá de las circunstancias particulares que los propician.
Un ejemplo relacionado con
este tema es el ensayo del historiador Lorenzo Meyer (1983) México en el siglo XX.
La concentración del poder político; que ilustra la importancia de los hechos históricos
y su impacto.