Concepto de enfermedad.
“Salud” y “enfermedad” son dos conceptos inseparables pues ambos son los extremos del proceso salud-enfermedad, y sus definiciones han ido cambiando, ya que en cada época y sociedad ha tenido una visión particular de estas. Sin embargo, las definiciones más importantes y con mayor influencia en el mundo actual son las que dicta la Organización Mundial de la Salud (OMS), organización especializada de la ONU, fundada en 1948 para gestionar políticas de prevención e intervención de la salud mundial. La OMS definió a la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta definición fue importante, ya que sustituyó la noción de que la salud era solo la ausencia de enfermedades biológicas. Así, la salud se relación con las condiciones físicas, mentales y sociales de las personas en un contexto particular. No obstante, cuando existe un desequilibrio, un daño o un trastorno en cualquiera de estos elementos del estado de salud, es cuando se presenta el estado de enfermedad que se relaciona con la tríadica entre un huésped (sujeto), un agente (síndrome) y el ambiente (factores que intervienen).
La enfermedad es, según la misma OMS, una “alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”. Por ello, la enfermedad puede considerar, en una acepción básica, como un proceso dañino que se acumula dentro del huésped dando lugar a reacciones adversas. Existen signos y síntomas distintos de la enfermedad que puede aparecer de forma gradual o simultánea y su gravedad varía de patógeno a otros y entre los huéspedes infectados por el mismo patógeno, que es el elemento o medio que produce el daño al cuerpo.
La rama de la medicina cuyo objeto de estudio son las enfermedades es la Patología. Esta ciencia analiza el proceso de las enfermedades, investiga las características propias de cada una y el proceso que desarrollan basada en la composición y funciones biológicas del organismo enfermo siguiendo procesos patológicos. El proceso patológico se compone de los siguientes aspectos:
- Etiología: estudio de las causas de las enfermedades.
- Patogenia: estudio de los mecanismos y desarrollo de la enfermedad.
- Cambios morfológicos: alteraciones estructurales en las células, tejidos y los órganos.
- Semiología: estudio de los síntomas y signos de la enfermedad.
- Paticoria: estudio de las fases evolutivas de la enfermedad.
De esta forma, el proceso patológico permite hacer un registro, análisis e interpretación de las enfermedades para clasificarlas según sus signos, síntomas, niveles de mortalidad, circunstancias de tipo social y causas externas.
Esta recopilación de datos permiten establecer un diagnóstico médico, que ratifica o rectifica la presencia de una enfermedad. La metodología clínica del diagnóstico se basa en el análisis de los síntomas, los signos, la exploración física y exploraciones complementarias como pruebas de laboratorio. Para dar un diagnóstico es necesario conocer las causas endógenas (internas) y los factores medio-ambientales (externos) que producen la enfermedad del paciente. Esto es porque la salud está relacionada con el bienestar mental, así que el diagnóstico de una enfermedad también dependerá del equilibrio de la persona con su entorno para prevenir trastornos mentales que pueden ir desde la ansiedad y el estrés hasta las fobias y la depresión.
La salud y enfermedad “son procesos continuos; una lucha por parte del hombre para mantener su equilibrio contra las fuerzas biológicas, físicas, mentales y sociales que tienden a alterar ese equilibrio de salud”, como define la doctora Nancy Frietez en el 2001.
Clases sociales y derecho a la salud.
La salud como un derecho fundamental se desarrolló durante el siglo XX con propuestas políticas que planteaban que el Estado tenía la obligación de ofrecer a la población los mismos servicios que que la medicina privada. En 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoció este derecho y decretó que todas las personas debían tener un nivel de vida adecuado que le permitiera gozar de salud y bienestar (Naciones Unidas, 2016). Sin embargo, el goce de este derecho se relaciona con factores socioeconómicos, tales como la alimentación, la vivienda, el acceso a agua potable y las condiciones sanitarias, las cuales se determinan mediante la clase social.
La definición del concepto clase social que ha impactado de manera profunda a la Sociología actual es la que dio el filósofo y economista alemán Max Weber en el siglo XX. La teoría de Weber dice que las “clases sociales” son grupos que comparten creencias, valores y circunstancias (oportunidades de vida: educación, ocupación e ingresos). La posición de la clase se determina por las oportunidades que ofrece el mercado libre. Así mismo, la clase se define, es decir, el estilo de vida. Esta definición apunta hacia una desigualdad implícita entre los miembros de una misma sociedad, ya que las oportunidades de cada clase en materia de salud dependerán de sus condiciones de vida.
Los problemas de salud afectan de forma desigual a los miembros de una población y esto tiene relación con la posición que ocupan las personas en la escala social. El tema de la desigualdad en salud se ha debatido en las Ciencias Sociales para identificar las bases de tipo social que se relacionan con ellos.
La Sociología deduce que las enfermedades se centran en los grupos más pobres de la sociedad, pues la miseria es un factor que desencadena la enfermedad. Ya desde el siglo XIX el médico alemán Rudolph Virchow, después de estudiar la epidemia de tifus en la Alta Silesia (región localizada entre Polonia, la República Checa y Eslovaquia) y la epidemia de cólera en Berlín, observó que la pobreza y la enfermedad suelen ir de la mano. Ya que entraña malnutrición, condiciones de vida insalubre y falta de higiene que incrementa la susceptibilidad de la población frente a agentes infecciosos y condiciones climáticas. Virchow dedujo así que la importancia de la prevención para erradicar epidemias no recaía solo en la medicina, sino también el en cambio social. Por lo tanto, la sociedad debe ofrecer soluciones para que prevalezca un cambio definitivo y eficiente.
Incluso en pleno siglo XXI son los sectores pobres de la población mundial los que están más expuesto a padecer enfermedades que derivan en epidemias. En África, por ejemplo, se registran los índices más altos de contagio de SIDA, por lo que la esperanza de vida ha bajado de 49 a 46 años. Por otra parte, el problema del continente se agrava con la escasez de agua ocasionada por la sequía, la mala administración del recurso y la falta de acceso a instalaciones higiénica de saneamiento. Según datos de la OMS del 2015 sobre saneamiento:
- 2,400 millones de personas siguen sin tener instalaciones de saneamiento básicas como inodoros o letrinas.
- de ellas, 946 millones todavía defecan al aire libre, por ejemplo en alcantarillas, detrás de arbustos o en masas abiertas de agua.
- La proporción de personas que defecan al aire libre se ha reducido a cerca de la mitad: del 24% al 13%.
- Se estima que al menos 10% de la población mundial consume alimentos regados con aguas residuales.
- Un saneamiento deficiente va asociado a la transmisión de enfermedades como el cólera, la diarrea, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis.
- Se estima que el saneamiento deficiente es la causa de 280,000 muertes por diarrea cada año y que es un importante factor subyacente a varias enfermedades tropicales desatendidas, como las lombrices intestinales, la esquistosomiasis y el tracoma. Las malas condiciones de saneamiento también contribuyen a la malnutrición.
Dada la evidencia, es claro que no es suficiente hacer de la salud un derecho sino también plantear medidas complementarias como la formulación de políticas públicas en materia de salud y el desarrollo de programas de salud que promuevan la igualdad, maximicen el uso de los recursos públicos (monetarios, humanos, tecnológicos y legales), promuevan la participación entre la comunidad y la sociedad civil, así como rindan cuentas al Estado sobre la forma en que dispone los presupuestos y decreta las leyes relacionadas con el sector salud.
Diagnóstico prenatal.
Recientemente ha crecido el interés por estudio de los defectos congénitos, que consisten en anomalías del desarrollo morfológico, estructural funcional o molecular del embrión o el feto durante el curso del embarazo, son una de las principales causas de mortalidad perinatal; es decir, la muerte del feto o el recién nacido durante la primera semana de vida. Los defectos congénitos causan 20% de las muertes en la etapa de 0 a 4 años y, en el caso de que sobreviva, deja secuelas como la ceguera o la sordera.
Es así como nace la importancia de la prevención para detectar enfermedades y orientar para dar un diagnóstico prenatal. Se llama “diagnóstico prenatal” a las técnicas disponibles para conocer la formación adecuada y correcta del desarrollo del feto antes de su nacimiento. Mediante el diagnóstico prenatal se llevan a cabo acciones que permiten detectar defectos congénitos, los cuales pueden ser anomalías externas, internas, hereditarias, esporádicas o múltiples.
Existen diversas técnicas para el diagnóstico prenatal que se clasifican en no invasivas e invasivas.
La finalidad del diagnóstico prenatal es dar un seguimiento al embarazo para determinar su resultado a partir de la identificación de posibles complicaciones durante el parto o problemas que pueda enfrentar el recién nacido. Asimismo, todos estos factores pueden ayudar a decidir si el embarazo se interrumpe o continua, dependiendo de que su desarrollo puede poner en riesgo a la madre o afectar futuros embarazos.
Instituciones de salud e investigación científica.
La salud no es una preocupación limitada que corresponda sólo a los países y las instituciones dentro de los márgenes de sus fronteras nacionales ya no existe la “salud nacional” ni la “salud internacional”, ya que ambos temas han sido sustituidos por la “salud mundial”. El cambio de perspectiva es el reflejo de los cambios en la estructura social, el cual ha propiciado la proliferación de las alianzas mundiales en pro de la salud y la elaboración de políticas que permiten fundar organizaciones especiales cuya finalidad es impulsar la investigación científica en el campo de la medicina.
Para la fundación de estas organizaciones son necesarios distintos factores como financiamiento, suministros, comunicación y transporte. Por otra parte, los servicios que ofrezcan deben ser de calidad y estar acordes a las necesidades de la población, así como tener normas y directivos que las administren. La organización más importante a nivel mundial en el sector salud es la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya Constitución, entró en vigor en 1948, establece que “los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar la salud de sus pueblos, la cual solo puede ser cumplida mediante la adopción de medidas sanitarias y sociales adecuadas”. Su misión es gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial.
Sin embargo, la OMS no es la única organización en el mundo que vivila la responsabilidad de los gobiernos con la población en materia de salud, ya que para hacerla un verdadero derecho que pueda ejercer la población mundial es necesario satisfacer enormes demandas y ofrecer servicios y atención en distintos puntos, por lo que es necesario apoyarse en las instituciones locales de cada país como las que aparecen el siguiente esquema.
Algunas de las actividades que estas instituciones realizan son la promoción de los principios fundamentales y valores humanitarios, intervención en caso de desastres, preparación para desastres y mejoramiento de los servicios de salud en la comunidad. De igual forma, estas instituciones tienen como objetivo la investigación científica, la formación y la capacitación de recursos humanos calificados.
Las instituciones nacionales se han creado por la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y son reguladas por la Ley de los Institutos Nacionales de Salud, publicada en el Diario Oficial de la Federación en 2006. A su vez, la encabeza la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad. Las Instituciones de salud además de prestar servicio médico a la población, deben fomentar la investigación en materia de salud y áreas de interés clínico, así como cooperar con otros grupos en las redes de investigación para que los resultados que se obtengan puedan aprovecharse.
Vacunas.
La primera evidencia de un proceso de vacunación contra la viruela, llamado variolización, data del siglo XI y quedó registrado en un libro escrito por una monja budista llamado “El tratamiento adecuado de la viruela”. En esta obra se describen distintas formas de prevenir la viruela. Una en particular es la inoculación mediante la aplicación de pus de una persona infectada. En 1721,Lady Mary Wortley Montagu, esposa del embajador de la Gran Bretaña en Constantinopla, practicó este tipo de inoculación a sus hijos, pues ella ya la había padecido. Después del éxito de la variolización, este proceso se extendió al resto de Europa.
Hasta que su erradicación fue oficial en 1979, la viruela había matado a millones de personas en todos el mundo.
En el siglo XVII, esta enfermedad era una pandemia mundial y la principal causa de mortalidad en esa época. Fue a finales de este siglo cuando el médico inglés Edward Jenner observó que las personas que se dedicaban a ordeñar vacas padecían vaccinia (viruela de las vacas) pero sus lesiones se curaban sin ninguna complicación y era una población poco propensa a contraer viruela: la viruela de las vacas creaba una protección contra la viruela de los humanos.
Entonces, en 1976, llevó a cabo un experimento: injerto la pus de la postula de la lesión de una mujer que ordeñaba vacas a un niño sano de 8 años y estudió el desarrollo de la inserción, luego lo inyecto con viruela humana, pero el niño no enfermó. Ese fue el origen de las vacunas, Jenner dedujo que al inocular (injertar) una cantidad muy pequeña del virus o bacteria debilitados se le puede enseñar al cuerpo a combatirlos, puesto que el sistema inmunitario aprende a reconocerlo y a atacar la infección, si es expuesto a ella posteriormente en su vida, ya que esta no será tan agresiva.
El sistema inmunológico protege al cuerpo de patógenos responsables de las enfermedades. Una vacuna es un simulador del patógeno que prepara al cuerpo para que responda con rapidez, pues ya ha sido programado para recordar al agente particular que provoca la enfermedad. Enfermedades que antes eran muy comunes han dejado de serlo gracias a las vacunas aplicadas por medio de una inyección o por vía oral; pero aun existen, por lo que se recomienda aplicar las vacunas en las primeras semanas de vida de los recién nacidos para prevenir enfermedades infantiles como la difteria, el tétano y la hepatitis B.
Así mismo, existen vacunas recomendadas para los adultos, algunas para mantener la protección de las vacunas que recibieron de niños y otras relacionadas con enfermedades determinadas por factores como la edad y el estilo de vida. Entre estas vacunas están las que protegen contra el herpes zoster, el virus del papiloma humano y la enfermedad neumocócica. El calendario oficial de vacunación que se recomienda, mas no se obliga a la población a hacerlo, se actualiza cada año por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
A pesar de que las vacunas han probado su efectividad en casi todos los casos, su aplicación no es obligatoria. Los médicos y las instituciones tienen la responsabilidad de informar a los receptores o a sus representantes legales sobre los riesgos y beneficios a los que se está expuesto cuando se administra.
Por otra parte, la aplicación de la vacuna depende en muchos casos de factores económicos, ya que países con alta demanda de vacunas son por lo general más pobres. En estos casos, la vacunación sólo es aplicable cuando intervienen las Organizaciones no Gubernamentales (ONG) o agencias internacionales que buscan motivar a las empresas farmacéuticas con compromisos empresariales que puedan asegurarles una retribución.
Distribución equitativa de los beneficios biotecnológicos.
La Biotecnología consiste en usar seres vivos simples, como bacterias y levaduras, así como células eucariotas en cultivo, cuya capacidad de biosíntesis se usa para fabricar sustancias específicas que el hombre puede aprovechar. La Biotecnología integra los conocimientos y las técnicas de la Bioquímica, la Microbiología, la Ingeniería química y la Ingeniería genética para aprovechar, en un plano tecnológico, las propiedades de los microorganismos y los cultivos celulares.
La aplicación de la biotecnología en el sector salud sirve para:
- Diseñar organismos para producir antibióticos, el desarrollo de medicamentos genéricos que permita cubrir la demanda médica y social de medicamentos.
- Desarrollar vacunas producidas por ingeniería genética basada en las moléculas de ADN y las secuencias de aminoácidos que contienen la información genética.
- Desarrollar ingeniería genética para curar enfermedades mediante la terapia genética. La ingeniería genética es una parte de la Biotecnología que permite la manipulación deliberada de la información genética con la finalidad del análisis genético o el mejoramiento de la especie.
Son muchos los países en desarrollo que desean participar más en la Biotecnología, pero esta es mucho más costosa que la investigación tradicional, por lo que hasta ahora se enfoca en resolver problemas concretos. Incluso hay países que reducen el financiamiento de otras áreas de investigación para invertir todos sus recursos en esta área, por lo que los recursos se privatizan dejando fuera a gran parte de la población.
Asimismo, muchos de los productos que se obtienen de la Biotecnología son patentables; es decir, sus creadores tienen el beneficio de los derechos exclusivos y exportarlos de forma comercial, por lo que se da pie a la creación de monopolios. La consecuencia es que los países en vía de desarrollo deben pagar para usar los nuevos procedimientos o productos. Se abre así la discusión sobre la conveniencia de patentar los descubrimientos científicos, pues se restringe el campo de las investigaciones y los beneficios para la población mundial.
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