La Tierra es un planeta lleno de vida, diversos organismos habitan en mares y en tierra firme. Los antiguos humanos ya daban cuenta de las especies que veían y las plasmaron en lo que conocemos como pinturas rupestres. La diversidad de formas de vida es el resultado de la historia del planeta, en la que la reproducción, la recombinación genética y las mutaciones del ADN han jugado un papel primordial pues son la base de la evolución de las especies. Uno de los orígenes de la diversidad es por la evolución, pues es un proceso mediante el cual los seres vivos se transforman, es decir, es un concepto de cambio en el tiempo. Los cambios en la evolución no están en términos de superioridad o inferioridad, sino que debemos hablar de complejidad de organismos, y un organismo mas complejo no significa que sea mas evolucionado. La evolución se produce cuando distintas fuerzas, como la selección natural y la variabilidad genética, operan sobre los organismos.
Antes de la teoría de la evolución, el ser humano curioso por naturaleza, busco diversas explicaciones a la biodiversidad.
Los primeros registros que se tienen acerca del interés de los seres humanos por explicar la biodiversidad nos llevan al siglo IV antes de nuestra era, cuando Aristóteles, uno de los primeros naturalistas, trato de organizar todo lo que veía, tanto a los seres vivos como a la materia inanimada. Este filosofo consideraba que el ser humano estaba hasta arriba de su scala nature (escala natural o cadena de los seres), sólo superado por seres celestiales, y que de él iban descendiendo en orden de inferioridad el resto de los animales, plantas y al final los minerales. Tambien consideraba que los seres vivos eran inmutables, es decir, que no cambiaban en el tiempo (lo que se conoce como fijismo), idea que prevaleció hasta el siglo XV.
A raíz de las exploraciones marinas del siglo XVI, los europeos se enfrentaron a una nueva realidad; la existencia de especies desconocidas para ellos provenientes del Nuevo Mundo y de las Islas del Pacifico. Gracias a estas exploraciones y a la descripción de nuevas especies, los naturalistas de la época conformaron una nueva área de conocimiento: la biogeografía, cuyo fin era estudiar la distribución de los seres vivos. Las observaciones y las descripciones aportaron información a los naturalistas quienes encontraron semejanzas entre las especies de continentes separados y se hicieron la gran pregunta “¿A qué se debe esta semejanza?”. La respuesta no era fácil y se encontraría siglos después.
Ya en el siglo XVII había naturalistas que hacían estudios de anatomía comparada, cuya finalidad era describir las diferencias y semejanzas de los planos corporales de los seres vivos. Por ejemplo, en la siguiente imagen se establece la comparación de extremidades superiores de distintos mamíferos.
Observa que la estructura es similar, aunque sus funciones son distintas. para ese entonces la pregunta que guiaba a los científicos naturalistas era “¿Por qué organismos tan diferentes entre si tienen estructuras muy similares?”. Para resolverla, y a partir de la semejanza de las estructuras corporales, de seres vivos que no siempre convivían al mismo tiempo que los científicos, fue hacia finales del siglo XVII una nueva área de estudio entró en escena para enriquecer la historia de los seres vivos: la paleontología, dedicada al estudio de los fósiles.
El estudio de fósiles, mas la información proporcionada por la anatomía comparada y la naciente ciencia de la geología, permitió establecer que la presencia de organismos en las capas mas profundas de la Tierra se debía a su antigüedad y que los organismos encontrados en la superficie eran mas recientes. Sin embargo, tambien muchos estudiosos notaron grandes semejanzas entre organismos de las capas mas antiguas con los de las mas recientes (se empezó a proyectar una cronología entre las capas de la tierra).
Hacia 1817, George Cuvier publicó las grandes semejanzas que existían entre esqueletos de elefantes recientes con fósiles de mamut y mastodontes. En sus investigaciones concluyo que los elefantes de la India y los de África eran especies diferentes; ademas los mamuts y los mastodontes se diferenciaban de ambos y posiblemente ya estaban extintos. Estos trabajos lograron que la comunidad científica aceptara las pruebas de la extinción de las especies como un hecho.
Cuvier trató de explicar la sucesión de fósiles en las columnas estratigráficas mediante su teoría del catastrofismo, en la que proponía que las especies fósiles se habían extinguido debido a diferentes catástrofes. Esto implicaba que en ciertas eras existieron especies que se extinguieron y luego fueron sustituidas por los individuos sobrevivientes. En ningún momento considero que el cambio en las especies fuera gradual, del mismo modo que los que creían en los presupuestos fijistas. En la época de Cuvier se creía que los seres vivos habían sido creados, tal como eran y sin cambio en el tiempo, por una presencia divina y creadora. La teoría de Cuvier no se oponía a la concepción de los seres vivos por lo que su teoría catastrofista fue aceptada por la comunidad científica.
Sin embargo, otros científicos de la época rechazaron la teoría de Cuvier y abogaron por el cambio gradual de las especies. Estos científicos se apoyaron en la estratigrafía y la geología y en le registro fósil para contra argumentar. Uno de ellos, Charles Lyell (1784-1845), considerando como el fundado de la geología, supuso que las mismas fuerzas terrestres, como el vulcanismo, los terremotos y la sedimentación fueron los responsables de los cambios en la morfología de la Tierra y no las grandes catástrofes. Para Lyell, la falta de evidencias que indicaran un cambio gradual de los seres vivos era un problema del registro fósil, pues algunas especies eran mas susceptibles a fosilizarse que otras, y no a la sucesión de especies debido a grandes catástrofes. Estas ideas fueron fundamentales para estructurar la teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin, quien durante su viaje a las islas en las que llevaría a cabo su investigación, leyó los trabajos de Lyell.
Si analizamos el conocimiento que ya se había acumulado desde Aristóteles hasta el siglo XVII (considerando la información aportada por la anatomía comparada, la biogeografía, la estratigrafía y la paleontología) la teoría de la creación de los seres vivos desde el punto de vista creacionista, no compaginaba.
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