Cuando se habla de “Estado monolítico”, se piensa que esta
institución es la máxima autoridad y que por ello concentra el uso legítimo de
la violencia física en un territorio. Actualmente en se han hecho muchas
críticas a este ideal de Estado, pues en realidad no es el único agente con
legitimidad para establecer reglas y vigilar su cumplimiento. Existen otras
fuentes de autoridad legítima que compiten con el Estado respecto del uso de la
violencia, como las organizaciones sociales informales existentes en la mayoría
de los países, las cuales cuentan con gran autoridad y aceptación de la
población.
Para Migdal Joel, profesor de la escuela de Estudios
Internacionales de la Universidad de Washington, el Estado es una de las muchas
organizaciones sociales (sindicatos, empresas, organizaciones no
gubernamentales, en movimientos sociales, grupos de presión, poderes locales,
al grupos criminales, organismos internacionales, potencias extranjeras, y
muchas otras más) pues son ellas las que ejercen control sobre la sociedad.
Esto los lleva a darnos cuenta de que el Estado, lejos de
ser una organización dominante y coherente, está compuesto por diversos agentes
con intereses distintos y con limitaciones para llevar a la práctica sus
políticas.
Este tema nos invita a pensar en el carácter dinámico de los
Estados, pues ello no se mantiene idénticos a lo largo del tiempo; por el
contrario, constantemente se va transformando dependiendo de las condiciones
sociales de la época. El reconocimiento y la comprensión del papel que juegan
las diversas fuerzas sociales en la vida política, permiten encontrar vías para
instaurar Estados fuertes que las incorporen y las mantengan bajo control.
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